Bosque de Pterocarpus de Dorado
Dorado, Puerto Rico
La mayoría de los bosques húmedos costeros en Puerto Rico fueron sometidos a través de su historia a procesos de deforestación, drenado y relleno que afectaron negativa e irreversiblemente su estado natural. El Área Natural Protegida Bosque de Pterocarpus de Dorado es uno de los cinco bosques de su tipo que han sobrevivido ese impacto negativo. Esta abarca una franja de terreno de unas 30 cuerdas ubicada en la costa noroeste de dicho municipio, con salida al Océano Atlántico en su límite Norte, y rodeada en sus demás límites por un campo de golf, una carretera estatal y un desarrollo suburbano.
Si bien el Bosque de Pterocarpus y el Bosque Húmedo Costero de Dorado al que está asociado, están considerados entre los ecosistemas de bosques más amenazados y negativamente afectados por la actividad humana en Puerto Rico, estos también han sido clasificados entre los mejores conservados de su
tipo.
Ubicados en la zona de vida subtropical húmeda, los bosques de Pterocarpus son también conocidos como Pollales, por la abundancia en estos del árbol comúnmente llamado Palo de Pollo (Pterocarpus officinalis), que a su vez debe su nombre a las notables estructuras delgadas que forman las raíces de los individuos de mayor edad y que asemejan las patas de una gallina. Esta forma de contrafuerte de las raíces del Pterocarpus le da mayor estabilidad al árbol en los terrenos pantanosos donde se ha adaptado para sobrevivir, pudiendo alcanzar entre 25m y 30m metros de altura.
La esbeltez de los troncos del Pterocarpus, reflejados entre los fragmentos de sol que filtran sus copas sobre el agua—que inunda este tipo de bosque la mayor parte del tiempo—se unen a la manera en que sus impresionantes raíces emergen y quiebran el horizonte pantanoso, constituyendo un paisaje boscoso verdaderamente extraordinario.
Este ecosistema, junto a aquellos asociados al bosque, son preciados tanto por su singularidad escénica, como por las poblaciones e individuos únicos de especies raras o en peligro de extinción a las que les sirven de hábitat. La presencia de especies con florescencias excepcionales de orquídeas, bromelias y otras epífitas, unidas a especies raras de arbustos y a especies endémicas de reptiles, anfibios y aves, han hecho también de esta área protegida un lugar predilecto para la investigación científica a largo plazo desde el 1926.
Tras una larga campaña pública del Comité Pro Conservación de Bosques de Dorado, los terrenos del Área Natural Protegida Bosque de Pterocarpus de Dorado fueron segregados y donados al Fideicomiso de Conservación en Puerto Rico con el fin de ser conservados en el año 1995.
Por otra parte, la proximidad del área a la presencia de actividad humana facilita el acceso a este delicado ecosistema, aumentando las oportunidades de dar a conocerlo al público en general y de fomentar una cultura de conservación alrededor de éste.